Sea of Solitude fue lanzado al mercado en 2019, para consolas las cuales no poseo por tanto apenas conocía el título. Ha tenido que ser su Director’s Cut, la cual ha salido para Nintendo Switch, la que ha conseguido enamorarme y que, tras ver un breve tráiler y probar un poco la Demo, que ni siquiera contaba con doblaje al castellano, me convenció por completo a hacerme con la nueva edición física.
Un título que nos traslada al mundo de los videojuegos unos temas muy duros de la vida real como puede ser el rechazo, la falta de confianza, la soledad o el acoso escolar. El título representa estos problemas en forma de monstruos de una manera magistral. Algo que, si de por sí, pese a todo lo duro que pueda ser, ya me atraía a jugarlo, la sensación que se te queda después de terminarlo es de levantarte y aplaudir.
Antes de nada debo remarcar que servidor no jugó al título original de 2019. Soy consciente de que esta versión de Nintendo Switch tiene ligeras diferencias. Cuenta con escenas nuevas y un doblaje sobresaliente a nuestro idioma, aunque técnicamente deja un poco que desear. Así que voy a tratar de no compararlo en exceso con la versión original dado que la desconozco.

Un mundo oscuro que recorrer
Comenzamos la aventura montados en una barca en la más absoluta oscuridad. La protagonista del título es Kay, una joven que se ha convertido en monstruo. Una declaración de intenciones en toda regla. Nuestro objetivo será iluminar el mundo, devolver la luz a los monstruos que nos vayan apareciendo, que tratarán de devorarnos, y por supuesto a la misma Kay.
Cada monstruo representa uno de los problemas anteriormente mencionados y tendrá su particular manera de ponernos las cosas difíciles, no sólo en el aspecto jugable, sino también tratando de minarnos la moral. Insisto, son problemas del mundo real y en ocasiones ni siquiera con la fuerza de voluntad más poderosa uno es capaz de salir de ellos. La representación de todo ello en el juego, con el espectacular doblaje al castellano es simplemente magnífica.

El primer monstruo que conoceremos nada más empezar el juego tiene un ligero parecido con la chica protagonista. Esto nos deja claro, desde el mismo principio, que la propia Kay es el centro de todos esos problemas, no por ser la culpable ni muchísimo menos, sino porque directa o indirectamente ha sido el epicentro de todos ellos, por acción u omisión. Insisto, no necesariamente le han sucedido todos a ella, pero al final cuando la gente que te rodea sufre, algo de su sufrimiento termina en tu propia mente.
El título en esencia es lineal. Por momentos puede parecer bastante abierto, especialmente cuando nos movamos en barca, pero no lo es tanto. Al poco de comenzar nos darán la bengala, un objeto con el cual podremos saber en todo momento a donde debemos dirigirnos. Desviarnos del objetivo tendrá recompensas en forma de botellas y gaviotas. Las primeras nos contarán fragmentos de la vida de Kay y las segundas no harán absolutamente nada. En total hay 39 botellas y 32 gaviotas.

Jugablemente es un título francamente simple. Nos propondrá unos puzles muy sencillos, de interactuar con esto o lo otro. Ir del punto A al punto B o interactuar con el objeto C, no tiene más. De hecho, ni siquiera utilizaremos todos los botones del mando y además estos no cambiarán de función. Al poco de empezar el título ya sabremos disparar bengalas, saltar e interactuar y poco más.
Además, se nota en todo momento que estamos ante un título de corte indie, pese a que contase, en su momento, con la promoción de Electronic Arts. El mundo es bastante simple, los modelados cuentan con bastantes aristas y además no está del todo bien optimizado. Las colisiones en ocasiones fallan y podemos quedarnos atascados entre objetos y otras veces, tras colisionar, el personaje cancela su animación. No dejan de ser detalles menores que no empañan para nada la experiencia. Sin embargo, son una evidente muestra de que el estudio puso la parte jugable en un segundo plano frente a las sensaciones que la historia del título quiere que sintamos.

Una historia profunda y brillante
El punto fuerte de Sea of Solitude está en su historia. En su fuerza narrativa y en su mensaje. La jugabilidad no deja de ser una excusa para lo que el equipo de desarrollo nos quiere contar. Un viaje con el objetivo de descubrir por qué Kay se encuentra en una barca en medio del mar rodeada de la más absoluta oscuridad convertida en monstruo. Debemos llevar la luz a su vida y obviamente dejar atrás ese horrendo aspecto.
Durante la aventura iremos descubriendo los problemas reales que han llevado a la joven Kay a esa situación de total oscuridad. Problemas como la soledad, el acoso escolar, la falta de confianza o el rechazo. Todos ellos serán representados en forma de monstruos de manera brillante. Unos monstruos que tratarán de devorarnos y así continuar haciéndose más y más fuertes. Igual que en la vida real, estos han de combatirse dialogando con ellos, tratando de comprenderlos, haciéndolos menos ofensivos hasta el punto de que ya dejen de afectarnos y por tanto, pierdan su cualidad de «monstruo».

El juego cuenta con una gran adaptación al castellano en el texto y, además, la Director’s Cut de Nintendo Switch incluye un sobresaliente doblaje al castellano. Un doblaje que ayuda a sumergirnos todavía más en el sufrimiento de Kay y especialmente poniendo voz sus miedos, es decir, a los monstruos. Unas voces perfectamente seleccionadas que se adaptan como un guante a los personajes. Una adaptación hecha por auténticos profesionales del sector y se nota. Por poner un ejemplo, a Kay le pone voz Blanca Hualde, Sansa en Juego de Tronos, casi nada.
Unos diálogos entre personajes o entre Kay y los monstruos en los que empatizaremos mucho, gracias al gran doblaje. Además del doblaje, esta nueva Director’s Cut incluye un guion revisado y nuevas escenas que ayudan a entender mejor el desarrollo de la historia. Los tiempos de carga son ridículos, punto a favor de la consola de Nintendo.

El juego no es excesivamente largo, dura unas 6 horas. Sin embargo, creo que es una duración adecuada. Consigue que comprendamos a todos los personajes y monstruos que aparecen durante la aventura y ahí es donde tiene que terminar, no tendría sentido alargarlo más. Para tratarse de un juego de este estilo y con este argumento considero que la duración es la ideal.
El título cuenta con logros, que no son gran cosa, y además, en caso de querer sacarle el 100% de completismo tendremos que explorar mucho cada escenario y encontrar todas y cada una de las botellas y gaviotas, que no es tarea sencilla.
Una vez terminada la historia el atractivo para rejugarlo es bastante escaso. Se trata de un juego pausado, lento y en ocasiones de ritmo irregular, que más allá de los geniales diálogos e historia, en el plano jugable no es lo suficientemente satisfactorio como para que se disfrute, en exceso, ni siquiera la primera vuelta.

Conclusión
Una pequeña joya. Un juego que se nota a todas luces que es indie, pero no por ello es peor que ninguno de alto presupuesto. De hecho, por ser precisamente indie, es por lo que se atreve, sin ningún tipo de miedo, a tocar temas tan duros de la vida real, unos temas que pocos videojuegos se atreven a tocar. Unos temas tan reales como la vida misma, que este precioso título los representa con formas de monstruo, algo que les va que ni pintado para lo crudos que son.
Uno título que en lo visual y en lo jugable se queda un tanto cojo. Es precisamente en el aspecto jugable en el que más flojea, con unas colisiones en ocasiones frustrantes, una cámara algo caótica en ocasiones y unas físicas poco pulidas. Sin embargo, la historia que cuenta es tan preciosa, pese a dura, y está tan bien contada que te hace olvidar de un plumazo todo lo demás. Los personajes son tan buenos, están tan bien construidos y el doblaje al castellano es tan brillante que esta experiencia jugable costará muchos meses olvidarla.
NOTA
Gráficos | 7 |
Sonido | 9 |
Jugabilidad | 8 |
Duración | 10 |
Diversión | 9 |