El Viaje del Heroe – El final de la aventura | Diario de Zelda Tears of the Kingdom

¡Atención!

Esta entrada contiene spoilers de la trama de

The Legend of Zelda Tears of the Kingdom

Capítulo 58

Con el apoyo de los 5 sabios, estaba listo para ir a enfrentarme al Rey Demonio. Antes de marchar a ello investigué un poco el subsuelo bajo el desierto. Quería armas gerudo con la habilidad de duplicar daño del material adherido. Me hice con un caballo esquelético y exploré la zona en busca de armas mejoradas. Encontré varias bases del clan Yiga aun sin saquear y me hice con sus esquemas. También encontré un cofre con el Pantalón del Tiempo. Realicé una última visita a las Grandes Hadas para mejorar todo lo que podía el equipo. Ya que me sobraban las rupias, paré en una posta y dormí en la cama mejorada para obtener corazones extra. Cociné bastantes platos para recuperar corazones adicionales y otros para sanar los corazones corrompidos de aura maligna. Tampoco vinieron mal algunos que potenciaban el daño o la defensa. Adherí potentes materiales a todas mis armas y logré un poderoso arsenal.

Ahora sí que estaba listo para vencer al mal. Me dirigí al gran abismo del castillo de Hyrule y descendí por él. Llegué a una raíz. Era la última. Descendí un poco más y llegué al fondo. Esquivé algunos enemigos y me fui adentrando más en las cuevas mientras esquivaba el aura maligna. En una amplia sala me enfrenté a un centaleón plateado. Con lo preparado y equipado que estaba no me hizo sudar demasiado. Evité combatir con los enemigos para no tener que gastar la comida tan pronto y fui descendiendo a pisos inferiores. Alcance un nivel de profundidad donde los avatares de los sabios no podían acompañarme. En la siguiente sala tuve que derrotar a las manos malignas y a Ganon Fantasma.

Pronto llegué a una zona conocida. Se trataba de las ruinas del castillo. El lugar donde comencé la aventura con Zelda, cuando descendimos a investigar lo que había bajo el castillo. El lugar donde todo empezó. Llegué a la zona de los murales, donde se contaba la historia del reino. Ahora sí se podían ver todos. Lo que iba a pasar ya estaba escrito. Continué hasta un lugar donde tuve que realizar un salto de fe.

Llegué a una amplia zona con un aura roja saliendo de un camino sellado por raíces de aura maligna. Aparecieron enemigos para retenerme. En ese momento los 5 sabios aparecieron para ayudarme. Tuvimos que luchar contra varias hordas bokoblins, lizalfos, gibdos y moblins de diverso rango. Tras vencer las raíces se retiraron. Cuando me disponía a continuar aparecieron los poderosos jefes de los templos para cortarnos el paso. Los sabios se encargaron de ellos para que yo pudiese llegar hasta el Rey Demonio.

En la siguiente sala esperaba Ganondorf. Aún estaba en forma de cadáver, el mismo estado que al comienzo de la aventura. Había estado recuperándose todo este tiempo. Aprovechó el poder de su piedra secreta y recuperó su aspecto de guerrero gerudo. La Espada Maestra se iluminó liberando así todo su poder y vencí fácilmente. Ganondorf se imbuyó entonces de todo el potencial de la piedra secreta y adoptó el aspecto del Rey Demonio. Con esa forma era mucho más ágil, además de resistente. Era capaz de esquivar mis ataques. Además, creaba clones de sí mismo para hacerme más complicado golpear a su auténtico cuerpo. Por suerte los sabios vinieron en mi ayuda. Conforme le iba infligiendo más daño, el Rey Demonio se volvía cada vez más feroz con sus ataques. Llegando incluso a cambiar de arma.

Una vez logré doblegarle no se rindió. Se arrancó la piedra secreta de la frente y la engulló. Una enorme cantidad de energía brotó de su cuerpo. Se transformó en dragón, tal y como sucedió con la Princesa Zelda. Se convirtió en el Dragón Negro. Me elevó a los cielos sobre el castillo. En ese momento apareció el Dragón Blanco, la princesa Zelda draconificada, en mi auxilio. Logré zafarme y caer sobre ella. El Dragón Negro intentaba dañarnos disparando bolas de aura maligna. Zelda me elevó a mayor altura para facilitarme caer sobre el dragón enemigo y golpear sus puntos débiles. Cada vez que destruía uno de ellos el Dragón Blanco venía a recogerme. Una vez destruidos todos, sólo quedaba el golpe final. Caí sobre la cabeza del Dragón Negro y golpeé con la Espada Maestra la piedra secreta incrustada en su frente hasta destruirla. Zelda me rescató mientras el Rey Demonio draconificado agonizaba hasta que su propia energía le hizo desaparecer para siempre en una gran deflagración.

Habíamos vencido al enemigo. Tras el combate el brazo de Rauru comenzó a emitir una luz. El Dragón Blanco y yo fuimos transportados a otro lugar. A mi lado aparecieron los espíritus de Sonia y Rauru. Canalizaron su magia a través de mi brazo hacia el Dragón Blanco. Esto deshizo la draconificación y Zelda recuperó su cuerpo. Yo también me deshice de la infección de aura maligna de mi cuerpo y del brazo de Rauru.

Tras ello nos precipitamos al vacío. Logré alcanzar a Zelda y caímos en un lago. Salí del agua con la princesa en brazos. Ésta pronto recuperó la consciencia. Se puso muy feliz tras conocer que habíamos vencido al Rey Demonio. Quería contarme todo sobre su viaje al pasado.

Habíamos vencido. El Reino de Hyrule estaba al fin en paz. Era el momento de las despedidas y los reencuentros.

Epílogo

Habíamos vencido al Rey Demonio. El Reino de Hyrule estaba en paz de nuevo. Además, gracias al poder del brazo de Rauru, la princesa Zelda había recuperado su cuerpo.

Me dirigí junto con la princesa, Prunia y los 5 sabios a la Gran Isla de los Albores. Al lugar donde todo empezó. Nos reunimos al final del largo puente, donde la Espada Maestra viajó en el tiempo. Mineru quería que viésemos el reino desde las alturas. Zelda aun no asimilaba el hecho de haber podido recuperar su cuerpo. La sabia zonnan cree que podría haberse debido a la unión de los poderes de Sonia y Rauru.

Era el momento de despedirnos de Mineru. En la época pasada confiaron la tarea de acabar con el Rey Demonio a las generaciones futuras. Y al fin se ha conseguido. Los 4 sabios restantes juraron servir a la princesa Zelda y salvaguardar la paz en el Reino de Hyrule. En ese momento el espíritu de Mineru se desvaneció.

La princesa Zelda nos contó que los primeros Reyes y sabios del Reino ansiaban una paz eterna y duradera. Estaba segura de que juntos podríamos lograrlo.

FIN


Antes de finalizar me gustaría dar las gracias a los que hayan visto o leído este diario. Han sido 330 horas de juego y 6 meses de escritura, locución y edición de vídeos. Un total de 60 capítulos en audio y en texto. Un largo viaje que concluye con este epílogo. Ha tenido momentos de mayor y menor intensidad, momentos cercanos a tirar la toalla por este proyecto personal, pero se ha logrado salir adelante y finalizarlo. Finalizando así uno de los videojuegos que sin duda han marcado mi vida.

Una vez más muchas gracias por el apoyo capítulo tras capítulo. Estoy seguro de que nos volveremos a ver, leer o escuchar. ¡Hasta la próxima!

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