El Viaje del Heroe – Recordando viejas aventuras | Diario de Zelda Tears of the Kingdom

¡Atención!

Esta entrada contiene spoilers de la trama de

The Legend of Zelda Tears of the Kingdom

Capítulo 43

Era el momento de dirigirme a una nueva región. En un primer momento tenía pensado continuar por el sur, pero aun me faltaba la región que estaba debajo de la primera que visité. Así que marché hacia allí y dejé la de sur para después.

Comencé dirigiéndome hacia la atalaya. Esta estaba fortificada y custodiada por un grupo de enemigos de diverso rango, entre los que destacaba un gran bokoblin plateado. Una vez derrotados logré acceder a la atalaya, activarla y obtener el mapa de la superficie y el de los cielos.

Como viene siendo habitual visité los cielos en primer lugar. En una pequeña isla obtuve un mapa en un cofre. En la siguiente isla tuve que bajar el nivel del agua para acceder a otro cofre con una voluntad de los sabios en su interior. En una isla de mayor tamaño encontré el lugar de un santuario. Este marcó la ubicación de la piedra verde. Tuve que transportarla girando una isla con un mecanismo para poder formar un puente. Una vez depositada en su lugar se convirtió en santuario. En una isla circular me enfrenté a un Gran Gólem Cúbico, el cual tenía un cofre con un mapa adherido a su cuerpo. En otra isla llena de minerales obtuve otro mapa. En una isla circular más alejada me enfrenté a un Gólem Cúbico Supremo, el cual tenía adherido un cofre con otra voluntad de los sabios. Por último, encontré otra tablilla en una isla. La fotografié y se la mostré a Lekto. Hablaba del Templo del Tiempo.

Era el momento de explorar la superficie. Comencé por la esquina noroeste. Siguiendo el río hallé un pozo que conectaba con el subsuelo. El subsuelo de esta región ya lo tenía completamente explorado por la ruta que hice bajo tierra al comienzo de la aventura. Así que descendí para registrar el pozo y continué explorando la superficie.

Entonces marché a investigar una zona a la izquierda rodeada por el río. En lo alto de una montaña encontré un cerezo. Hasta ahora nunca había realizado una ofrenda en ellos, pero esta vez lo hice. Entonces apareció Satoly y me marcó la ubicación de varias cuevas con un rayo de luz. Continué explorando la montaña y encontré un nuevo santuario. Al pie de la montaña me enfrenté a varios grupos con enemigos plateados y encontré una cueva. En ella me enfrenté a un Hinox y hallé una piedra verde. La transporté fuera de la cueva al lugar donde se convirtió en santuario.

Exploré lo que me quedaba de la zona y me enfrenté a un Petrarock, enemigos plateados y un Hinox azul. Ayudé una vez más a Kalibat y me dirigí a la siguiente zona más a la derecha de la región.

Nada más crucé un puente derroté a un Petrarock fortificado. Más adelante, llegué a una nueva posta. Completé el santuario cercano y me dirigí a hablar con el dueño para obtener los puntos del gremio. Le pregunté sobre su petición fotográfica. Quería una foto de un cerezo. Regresé a la montaña en la que había estado antes, hice la foto y se la entregué. Con el punto de la petición fotográfica tenía suficientes para reclamar un nuevo premio. Me entregó una silla elegante y una brida elegante.

Fuera de la posta me encontré con los músicos. Había una Gran Hada cerca. Para despertarla necesitábamos al flautista Flauryn, pero estaba desaparecido. Sin él no era posible despertar a la Gran Hada. Intentaré buscarle en la siguiente región.

Me volví a encontrar con Penn, de la gaceta. Estaba con Nell. Este joven nos contó que escuchó a una mujer gritar que había una persona en apuros. Marché entonces hacia donde nos indicó el joven. Encontré a la mujer. La fui siguiendo mientras acababa con algunos enemigos. Acabé llegando a la Meseta de los Albores. Ahí fui emboscado por esbirros del clan Yiga, se trataba de una trampa. Otro rumor sobre la Princesa Zelda completado.

Exploré un poco más la región y me encontré con Darunara sobre una montaña. Me propuso un sencillo juego de golpear una campana lo más fuerte posible. Adherí un cohete a una roca y logré un nuevo récord. Di la vuelta a la montaña y encontré un coliseo. Ahí esperaba un Griock Eléctrico. Creo que aun no estoy preparado para enfrentarlos, así que hui rápidamente de ahí.

Me dirigí a la esquina noreste para explorar el resto de la región, por el camino encontré un nuevo santuario.

Me queda la mitad de la región por explorar. Se trata de la región de la Meseta de los Albores. Estoy seguro que encontraré recuerdos interesantes de la anterior aventura en ella.

Capítulo 44

Estaba en la región de la Meseta de los Albores. Me quedaba gran parte de la misma aun por explorar. Marché a la esquina noreste de la región. Encontré una nueva posta. Hablé con el dueño para obtener los puntos del gremio. Me pidió una instantánea de una gran efigie de la Diosa para el cuadro. Marché al monte Lanayru, tomé la foto y se la entregué. Fuera de la posta me encontré con Penn. Me comentó que Gotter esperaba a unas personas para que le mostrasen una receta de la princesa Zelda. Hablé con el joven. Estaba preocupado por Aragus y sus acompañantes. Así que partí en su busca. Los encontré agotados cerca de un lago. Me indicaron la receta de la princesa. La cociné y se la entregué para que recuperasen energía. No habían seguido la receta al pie de la letra, por eso les había salido mal. Se lo conté a Penn y nos quedamos más tranquilos.

Continué explorando y hallé un nuevo santuario. Bajo una colina encontré una cueva donde obtuve la túnica aislante en un cofre. Acabé con los poderosos enemigos de un asentamiento y encontré otro santuario.

Entonces pasé cerca de la Meseta de los Albores. Rompí unas rocas y liberé el agua de un lago. Esto formó un pasadizo para poder subir a la Meseta. Pero preferí dejarla como último punto a visitar de la región. Aunque no encontré nada interesante en la sección que me quedaba. Derroté dos veces a Ganon Fantasma y obtuve sus poderosas armas. Encontré también un nuevo abismo. Lo registré y regresé a la superficie.

Ahora sólo me quedaba la Meseta por explorar. Así que marché a ello. Encontré una roca parlante a la entrada del pasadizo. Me pidió que me dirigiese al Templo del Tiempo. Marché directo hacia el templo. La gran efigie de la Diosa allí presente me encomendó una tarea. Debía buscar unos ojos y arrojarlos a los abismos que había por la meseta. En el subsuelo debía transportarlos y colocarlos en una estatua bajo el templo.

Me dirigí al abismo más cercano. Lancé por él la piedra con forma de ojo y me lancé tras ella. La recogí en el subsuelo y la transporté bajo el templo donde había obtenido el generador de esquemas. Ahí la coloqué en uno de los orificios de la gran roca parlante. Regresé entonces a la superficie.

En la Meseta de los Albores debería haber 3 santuarios, ya que tenía todas las raíces del subsuelo de esa región. Así que busqué el santuario cerca del abismo que acababa de visitar. Por el lateral de la meseta hallé una cueva. Tras romper varias paredes de rocas encontré uno de los santuarios. Me dirigí entonces al siguiente santuario. Por el camino derroté a un Petrarock fortificado y a Ganon fantasma. Encontré fácilmente el santuario.

Comencé a explorar las montañas y encontré la entrada al Santuario de la Vida, el lugar donde inicié la anterior aventura. Había sido reclamado por el clan Yiga. Sufrí una emboscada de esbirros del clan. Una vez derrotados un gólem ayudante me entregó un nuevo esquema.

De camino hacia la parte más gélida de la meseta encontré una nueva cueva. Al fondo de la misma estaba el último de los santuarios. Exploré las montañas heladas, descongelé el ojo y lo lancé al abismo. En el subsuelo lo adherí a una máquina voladora de 4 turbinas y lo llevé hasta la roca parlante. Al sur de la meseta encontré otro ojo y otro abismo. Hice lo que debía con él. Ya llevaba tres.

Exploré lo que quedaba de la meseta y encontré la casa del leñador. El lugar donde el anciano me entregó la casaca forrada y me enseñó una receta para resistir el frío en la anterior aventura. Ahora pertenecía al clan Yiga. Fui emboscado por esbirros del clan. Una vez derrotados entré en la cabaña. Ahí me encontré con Argio. Le habían secuestrado y obligado a trabajar como modisto para el clan. Me entregó la Máscara del clan Yiga en agradecimiento por haberle liberado.

Encontré el último abismo y el último de los ojos. En el subsuelo lo coloqué en la roca parlante. Esta me ofreció como recompensa un contenedor de corazón o uno de vigor. Escogí el primero ya que tenía la resistencia al máximo. Una vez completada la tarea utilicé la estatua de la Diosa para reclamar otros dos contenedores de corazón por los santuarios que llevaba completados.

Exploré un poco el subsuelo en busca de algún tesoro y encontré el pantalón de minero en un cofre.

Ahora estaba listo para dirigirme a la siguiente región, la de más al sur de la zona central. Cada vez queda menos para explorar todo el mapa. Y ya he visto un nuevo geoglifo en la región a la que me dirijo.

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