¡Atención!
Esta entrada contiene spoilers de la trama de
The Legend of Zelda Tears of the Kingdom

Capítulo 35
Después de ayudar a casi toda la gente de la ciudad Zora con sus peticiones, sólo me quedaba una pequeña zona que explorar de esta región, la que se hallaba al sureste.
Tras derrotar a varios enemigos y ayudar a Kalibat llegué a una bahía. Grandes corrientes de aire la recorrían. Encontré el acceso a una cueva en los alrededores donde obtuve el Pantalón aislante en un cofre.

Tras rodear la bahía terminé llegando a la localización de un nuevo geoglifo. Vi un nuevo recuerdo de la princesa Zelda. Rauru estaba hablando con los 4 guerreros de las distintas tribus y con Zelda. Les comentaba que no era posible repeler al Rey Demonio y que se ocuparía él mismo. En ese momento abrió una cámara donde aguardaban las gemas de los Zonnan y entregó una a cada guerrero. Estas se tornaron del color del poder de cada guerrero y se acoplaron a su cuerpo. Todos juraron servir al Rey y dar su vida por Hyrule.

Continué explorando la región y hallé una nueva cueva donde encontré a Sassan. Se trataba de la cueva de la que me habló Rinley en su petición sobre el santuario en el cabo Tarm. Construí una balsa y transporté a Sassan al otro lado de la cueva donde esperaba Rinley. Allí hallamos un nuevo santuario.
Con toda la superficie explorada era el momento de hacer lo propio con la sección del subsuelo correspondiente. Acabé con varios monstruos grandes y fui activando las raíces bajo los santuarios. Me encontré con campamentos del clan Yiga muy ingeniosamente custodiados, pero igualmente logré saquearlos y hacerme con sus esquemas. Durante la exploración me crucé con Fangorok, el jefe del Templo del Agua, no me lo puso fácil, pero logré doblegarlo. Obtuve el Escudo del viento en un cofre y activé la última raíz de la región. Era el momento de regresar a la superficie, era el momento de marchar a una nueva región.

Decidí partir hacia la región del oeste en vez de continuar en dirección al sur. Una región que estaba entre la de los Zora y la primera que visité tras descender de las islas celestes al comienzo de la aventura.
Fui en dirección a la atalaya, para desbloquear el mapa de la región, pero fui parando por el camino para explorar lo que me iba encontrando. Tras combatir con un Petrarock fortificado hallé una cueva llena de enemigos. En el fondo de la misma encontré un nuevo santuario.

Encontré otro santuario en la superficie mientras continuaba hacia la atalaya. Más adelante hallé un abismo que conectaba con el subsuelo, descendí por él. Me encontré a Gohma rocoso, el jefe del Templo del Fuego. Tras derrotarlo obtuve 100 cristales energéticos.
Regresé a la superficie y llegué al fin a la atalaya. La puerta estaba bloqueada, así que tuve que usar infiltración en una cueva cercana para entrar en su interior. Katoeli arregló entonces el terminal y pude cartografiar el terreno.

Como hice en anteriores regiones decidí que lo mejor era explorar el cielo en primer lugar. Aterricé en un grupo de islas. Encontré el lugar de un santuario, necesitaba buscar la piedra, la cual hallé en una isla cercana y la transporté hasta su lugar. Encontré también algunos mapas y una voluntad de los sabios.
Me dirigí entonces a una gran isla. Tras encontrar a varios Kologs activé un terminal. Se trataba de una refinería. Tuve que ascender gracias a corrientes de aire y lanzarme por una abertura en la zona central. Así encontré un nuevo santuario.

Quedaban algunas islas más al sur donde hallé otra piedra verde que se terminó convirtiendo en santuario.
Cerca de estas islas estaba la Gran isla de los albores. De la parte superior del Templo del Tiempo salía una luz. Así que fui a investigar. Un Gólem ayudante me propuso un desafío, si lo completaba me contaría la historia de esas islas. Fue entretenido y no demasiado exigente, una vez hecho me contó que aquellas islas estaban originalmente en la superficie y que se elevaron para evitar ser arrasadas. También me dio una tela de paravela.

Aproveché la estatua de la Diosa del templo para obtener dos corazones y mejorar mi resistencia, así como el poder de Yunobo.
Ahora estaba listo para explorar a fondo esta nueva región, seguro que aguarda alguna pista relacionada con la Princesa Zelda.
Capítulo 36
Estaba en la nueva región, la parte oeste de Lanayru. Comencé explorándola por la zona noroeste. En esa zona encontré una cueva. Tras derrotar a un Petrarock terminé hallando un cofre con la Pechera de bárbaro, uno de los tesoros de Nambod. De vuelta al exterior, en lo alto de la colina encontré un nuevo santuario.

En dirección al sureste llegué a una nueva posta. Completé rápidamente el santuario cercano y fui a hablar con el dueño para obtener los puntos del gremio. Le pregunté sobre la petición fotográfica. Me pidió una foto de las ruinas anulares de Kakariko. En cuanto pase por allí tomaré la instantánea. Hablé entonces con la gente de la posta. Imiba me pidió ayuda para acabar con los enemigos que había cerca de su pozo, fue sencillo. Me encontré con Penn, de la gaceta. Me comentó que Izron había prestado unos aperos de labranza a Zelda y ésta no se los había devuelto. Le transporté río abajo al encargado de las balsas hasta el campo de flores. Ahí nos encontramos con Magda, quien tenía los aperos que la princesa había tomado prestados, se habían olvidado de devolverlos.

Continué explorando y encontré un nuevo santuario. Había muchos pozos en la región, en uno de ellos conocí a Mimra. Me pidió un fracaso culinario. Lo transformó en un plato mejorado.
Llegué a la zona de Kakariko y fotografié las ruinas para la petición de la posta.

Exploré los humedales y me dirigí hacia el sur. Me crucé con un centaleón azul y con un hinox del mismo color y terminé encontrando un nuevo santuario en los Picos Gemelos.
Regresé al noreste. Era el momento de ir a Kakariko a hablar con sus gentes, así que completé el santuario cercano y me dispuse a ello.

Itrea me pidió ayuda en unas ruinas cercanas, así que fui hacia allí. Hablé con Rangil y me comentó que había llamado a dos guerreros para acabar con los monstruos de las ruinas, pero que no paraban de discutir. Así que fui a acabar con los monstruos yo mismo para ayudarle. Tras ayudarle, Itrea me pidió 10 huevos, y se los entregué.
Bugin me pidió que fuese a visitar todos los grabados de las ruinas angulares y le contase lo que tienen escrito. Un trabajo tedioso, pero que no fue complicado de completar.

Me encontré con Pay. Tras la partida de Impa a investigar los geoglifos, la joven sheika se había convertido en la nueva líder de Kakariko. Me comentó que la princesa Zelda dio órdenes de que nadie se acercase a las ruinas anulares flotantes.
Aproveché la estatua de la Diosa de la ciudad para incrementar mi resistencia.
Hablé con Dain en la posada. El dueño de la posada había salido y estaba preocupado por él, me pidió buscarlo. Lo encontré durmiendo cerca de unas ruinas anulares, utilicé un trufón vivaz para despertarlo.

Lasli me pidió ayuda para curar a su abuela. Necesitaba un arroz cremoso para curarla de la infección de aura maligna. Lo cociné con la receta que me comentó y le entregué el plato.
Entré en la tienda para hacerme con las ropas de sigilo, gracias a las cuales podré caminar de manera más sigilosa.

Exploré entonces los alrededores del poblado. Hallé un gran abismo cerca y me lancé por él. Busqué una raíz cercana, la que estaba bajo el santuario del poblado. Como viene siendo habitual encontré una nueva mina abandonada. Un gólem ayudante me entregó un esquema y también activé la tienda para intercambiar zonanio. Tras ello regresé a la superficie.

Explorando las montañas cercanas me encontré con Perkuss. Me pidió miel para cocinar unas tortas. Le entregué la cantidad que necesitaba. Tras ello, marchó a reunirse con la banda.
Aun me quedaba por explorar gran parte de esta región y su correspondiente zona del subsuelo. Además, he visto un geoglifo cerca, seguro que obtengo pistas sobre la princesa.
Capítulo 37
Continué explorando la región por los alrededores de Kakariko. Me crucé con un centaleón plateado. Me daban miedo sus poderosos golpes, pero con habilidad logré derrotarlo sin sufrir daños. Hacia el norte me encontré con un gólem ayudante. Me propuso una prueba heroica. Debía girar una roca y que la luz del sol proyectase una sombra con una forma concreta en una pared. Una vez hecho apareció un santuario sin desafío alguno.

Me dirigí a explorar la zona más al este. Combatí con un centalón azul y terminé hallando una cueva. Tras una cascada encontré una piedra verde. La transporté con un planeador a través de la plaza de Lanayru hasta el lugar donde se convirtió en santuario. Cerca hallé otra cueva. Tuve que abrirme paso a través de varias paredes de rocas haciendo uso de la habilidad de Yunobo. Tras una de estas encontré un nuevo santuario.
Mientras me dirigía hacia el sur me crucé con un grupo de bokoblins y un Gran Bokoblin azules y un Hinox Esquelético. Hallé una cueva llena de Horroblins, con algún tesoro en su interior. No demasiado lejos encontré otra cueva con muchas lápidas y estatuillas a la entrada. Estaba llena de enemigos, algunos de ellos bastante duros. Tuve que abrirme paso por los distintos pasillos y romper algunas rocas y terminé llegando a una sala con unas estatuillas. Utilicé infiltración frente al grupo de tres y llegué a una nueva sala. En ella obtuve el casco de bárbaro en un cofre.

Regresé entonces a Kakariko, se me había olvidado una petición. Hablé con Lekto, un joven que estudiaba el idioma hyliano antiguo. Me comentó sobre unos monumentos de piedra que se hallaban en unas islas celestes por todo el reino. Estos textos hablaban de Rauru, Sonnia y Zelda. Me pidió instantáneas de los que me fuese encontrando. Ya había visto algunas islas con estas tablillas, así que fui a investigar las de las regiones ya exploradas. Algunas de estas islas se precipitaron nada más puse un pie en ellas. Aun así, logré fotografiar varias de ellas y me dirigí a mostrárselas. Me quedaban sólo la mitad, estaré al tanto en las nuevas regiones.

Con la región completamente explorada marché a visitar a Obab para ampliar mi alforja y también al Fuerte Vigía a entregar una petición. Ahora me quedaba explorar el subsuelo para activar las raíces bajo los santuarios y ver si me había dejado alguno. Además, necesitaba acumular algo de zonnanio ya que de tanto invocar la máquina voladora había gastado gran parte de las existencias.
Me crucé con algún monstruo grande mientras me dirigí a activar las raíces bajo los santuarios. Asalté los diversos campamentos de monstruos para acumular zonnanio y continué activando raíces. Encontré una mina con grandes cantidades de zonnanio y en ella hallé un cofre con el pantalón de los Cielos. Me encontré con un campamento del Clan Yiga y obtuve su esquema. También combatí con Gólems Cúbicos de diverso rango. Me crucé con varios monstruos grandes más y activé otra raíz. Mientras me dirigía a la siguiente tuve que enfrentarme a un Centaleón plateado acorazado. Por suerte tenía poderosas armas que le infligían un gran daño, pero sus ataques eran realmente peligrosos. Me quedaban pocas raíces, derroté a algunos enemigos más y las terminé activando todas, no sin antes asaltar una nueva base del Clan Yiga.

Antes de marchar a canjear el zonnanio fui a buscar algunos tesoros. Los mapas de las islas celestes habían señalado unos lugares en zonas ya exploradas que había pasado por alto. En ellos obtuve la túnica del Tiempo y el gorro del Tiempo.
Entonces marché a canjear el zonnanio por cristales energéticos y estos por células energéticas. Tenía suficientes para 12 células, pero sólo me permitieron obtener 9, ya que alcancé el máximo. Había alcanzado el máximo de pilas. Ahora los gólems intercambiadores me ofrecían artilugios zonnan a cambio de cristales energéticos.

Sólo me quedaba dirigirme a obtener un nuevo contenedor de corazón a una estatua de la Diosa.
Ahora estaba listo para marchar a una nueva región. Seguro que en ella aguardan nuevos misterios y algún geoglifo.
