¡Atención!
Esta entrada contiene spoilers de la trama de
The Legend of Zelda Tears of the Kingdom

Capítulo 28
Decidí que era el momento de explorar más a fondo el subsuelo. Necesitaba potenciarme, aumentar mis baterías ya que, en ocasiones, no eran suficientes para ascender a algunas islas o montañas. Comencé, por tanto, por la parte del subsuelo bajo la montaña de la muerte. Construí mi máquina voladora habitual y la adherí algunas semillas luminosas grandes y sobrevolé el lugar con ella.
Había descubierto que en el lugar donde había un santuario en la superficie, en el subsuelo había una raíz. Así que me propuse explorar a fondo tanto la superficie como el subsuelo y descubrir todos los santuarios y raíces de las regiones ya exploradas.

Encontré un cofre con el Pantalón de lo Salvaje, uno de los tesoros del subsuelo que tenía marcados gracias a un mapa.
Fui explorando el norte, desde la parte de debajo del Gran Bosque de Hyrule hacia la parte bajo la región Orni. Me crucé algunos monstruos grandes y arrasé con un par de bases del Clan Yiga y obtuve sus esquemas.
Por el camino me crucé con Gelminus, el jefe del Templo del Viento. Y ahora sí que estaba dispuesto a enfrentarme a él. El combate era exactamente igual. Tuve que mantenerme en el aire gracias a las corrientes ascendentes y destruirle, con flechas, sus tres puntos débiles dos veces. El único problema era la escasa visibilidad de la zona. Una vez derrotado obtuve 100 cristales energéticos, un suculento botín.

Tras encontrar otro par de raíces me crucé de nuevo con Gelminus en una ubicación diferente. Lo derroté de nuevo y continué mi exploración derrotando monstruos grandes y consiguiendo algunos tesoros nuevos.
Había obtenido tantos poe que decidí regresar al Fuerte Vigía a hablar con la roca para que me indicase la ubicación del resto de rocas en el subsuelo donde podía gastar los poe. Fui a ver a algunos que estaban en zonas ya visitadas para obtener nuevas piezas de equipamiento.

Descubrí que el mapa del subsuelo era un negativo respecto al de la superficie. Es decir, allá donde había agua en la superficie, en el subsuelo había una pared que llegaba al techo, infranqueable. Y donde había una montaña en la superficie había un desnivel enorme en el subsuelo. Además, bajo las grandes ciudades de la superficie había una mina abandonada en el subsuelo, los lugares donde se podían comprar cristales energéticos por Zonnanio.

Con eso en mente subí a la superficie y, en un lateral del poblado Orni encontré un acceso al subsuelo. Al estar rodeado de agua no había otra manera de acceder a dicho lugar del subsuelo.
Continué explorando el subsuelo hasta lograr todas las raíces bajo los santuarios que llevaba encontrados en la superficie. Ahora tocaba la tarea inversa, ver si me faltaba algún santuario fijándome en las raíces. Y sí, faltaba alguno.

Me dirigí a la Región de los Goron. Me había dejado dos santuarios. Ambos estaban cerca de la sede de Yunobo. Se trataba de unas cuevas que no había descubierto durante mi exploración de la región. Una de ellas me propuso una emocionante travesía sobre una vagoneta cambiando de sentido algunas vías. Otro santuario que me faltaba estaba al norte de la región del Gran Bosque. Se trataba de una cueva oscura llena de Horroblins.

Una vez igualados ambos mapas procedí a gastar todo el zonnanio en cristales. Una vez hecho, fui a intercambiar estos por Células energéticas. Tenía para 15 Células, lo que viene siendo 5 pilas completas nuevas. Un gran incremento sin duda, ahora podré utilizar la máquina voladora sin preocupación por sus baterías. También obtuve un par de Contenedores de Corazón nuevos con los santuarios que llevaba completados.
Ahora estaba mucho más preparado para dirigirme a la nueva región y seguir explorando el vasto Reino de Hyrule mientras busco nuevas pistas sobre la Princesa Zelda.
Capítulo 29
Estaba preparado, así que me dirigí a la siguiente región, la de más al noreste del Reino. La primero que hice fue dirigirme a la Atalaya para obtener el mapa. Estaba estropeada, le faltaba el terminal. Un monstruo lo había robado. Se trataba de una Aerocuda. La derroté y pude poner en marcha el mecanismo de la Atalaya y cartografiar el terreno.

Comencé explorando las Islas Celestes en primer lugar. Obtuve un nuevo mapa de un tesoro del subsuelo y tuve que derrotar a un Gólem Cúbico. Había islas esféricas en esta región. Estas islas contenían un mecanismo para rotar la esfera y, de este modo, habilitar nuevos accesos a la isla, donde aguardaban tesoros. En una de estas islas esféricas encontré una piedra verde. Tuve que transportarla a otra isla donde se terminó convirtiendo en santuario. Una vez girada la isla esférica obtuve una Voluntad de los sabios en un cofre.

En otra de las islas tuve que activar un terminal. Se trataba de una cantera. Estaba repleta de bloques cúbicos grandes. Ascendí hasta la isla más elevada de ellas. Cerca había otra isla esférica. Tuve que introducir uno de los bloques cúbicos por el pequeño orificio de esta nueva isla esférica. Y, dentro, activar un interruptor con él. Todo se trataba de un entretenido rompecabezas para hacer girar la isla y obtener las Grebas de zonnanio en un cofre.

Encontré otra piedra verde en una isla cercana a la esfera. Me lancé con ella a la parte más baja de la cantera, donde se terminó convirtiendo en santuario. Quedaba una última isla donde tuve que enfrentarme a un Gólem Cúbico Supremo. También obtuve un nuevo mapa.
Es cierto que quedaba otra isla, pero se trataba de un laberinto de los cielos, así que lo dejé para el final. Era el momento de explorar la superficie.

Me crucé con varios grupos de enemigos de diverso rango y terminé llegando a una nueva Gran Hada. Se trataba de Malanya, la deidad de los caballos. Era capaz de potenciarlos y de revivirlos. Pero, dado que no uso demasiado a mis monturas, no utilicé ninguno de sus servicios.
Tras derrotar a más enemigos y, al Petrarock de la misión del Fuerte Vigía, llegué a un nuevo santuario. Seguí explorando hacia el este y llegué al camino que ascendía al Laboratorio de Akkala, o al menos así lo era en la anterior aventura.

Mientras ascendía la colina me encontré piedras decoradas con simbología del Clan Yiga, la cosa no pintaba bien. Arriba esperaba una emboscada. Los derroté y entré en el Laboratorio. Me encontré con Krosban, quien me dio la Túnica del clan Yiga. En un cofre encontré un Prototipo de teletransportador. El Laboratorio estaba en ruinas, Rotver no estaba aquí, pero espero encontrarlo pronto.
Marché entonces a explorar las playas cercanas. Me encontré un nuevo santuario y tuve que derrotar a un Petrarock. En la distancia vi unos barcos. Me dirigí a ellos. Estaban repletos de enemigos. Obtuve poderosas armas tras derrotar a todos los monstruos.

Continué explorando la región y llegué a una nueva posta. Hablé con el dueño para obtener el punto del gremio y gracias a él obtuve una silla y una brida de viajero. Para su petición fotográfica me pidió una instantánea del lago Octo. Fue muy sencilla de completar.
Hablé con el resto de gente. Lune quería visitar los grandes fósiles que había por Hyrule. Así que la acompañé. La joven se alegró mucho de ver completos los dos que ya me había encontrado. Pero me faltaba por encontrar el último de ellos que estaba en el desierto, así tardaré un tiempo en completar esta petición.

Hablé también con Aya, quien estaba asustada por los monstruos que se habían hecho con los barcos que me había encontrado antes. La comenté que ya estaba todo solucionado, que no tenía nada que temer. Me lo agradeció con dos puntos en el carné de la posta.
Chaiba me dijo que quería ver qué uso se le podía dar a un cuerno de Centaleón. Así que la mostré un arma con esa parte de monstruo acoplada.

Por último, me crucé de nuevo con Penn. Por desgracia en esta posta no había ningún rumor relacionado con la Princesa Zelda.
Aun me queda gran parte de la región por explorar. Seguramente sí que aguarde algún rumor sobre la Princesa, además de varios desafíos.
